Manifestamos:
1.
Nos parece escandaloso que condenados por asesinato y otros crímenes
muy graves se hayan beneficiado de un cuasi-indulto por aplicación
retroactiva de la Ley.
2.
Resulta un sinsentido que el único criterio sea la edad
biológica y no exista un juicio previo de capacidad para
determinar el alcance responsable de la acción criminal.
3.
Entendemos que es contrario a la Justicia que las medidas preventivas
de internamiento tengan como límite seis meses, quedando
en libertad contra el propio interés del menor delincuente,
con riesgo de fuga, eliminación de pruebas e incluso reincidencia,
autores de crímenes muy graves.
4.
Creemos moralmente injusto que a la víctima se le prive
del derecho a ejercer la acusación y contrario a la tutela
judicial efectiva que al ciudadano perjudicado le otorga la Constitución.
5.
Interpretamos antagónico con nuestro Estado de Derecho
que esta Ley impida a la sociedad ejercer la acción popular
prevista en la Constitución.
6.
Nos parece preocupante que el Fiscal tenga encomendada la defensa
del interés del menor y también sea el instructor,
con poder de archivo o sobreseimiento, convirtiéndose en
la práctica por su capacidad, en juez y parte de la situación.
7.
Consideramos inquietante que el Estado no asuma responsabilidades
legales por los delitos causados por la mera aplicación
de la Ley y que no se ocupe de los casos fracasados de reeducación
y reinserción.
8.
Nos estremece pensar que autores de horribles asesinatos no estarán
más de dos años en centros de internamiento en algunos
casos, y que el límite será de ocho con posibilidad
de revisión a la baja.
9.
Valoramos que es inmoral que la Ley no se ocupe de la VICTIMA
alcanzando en su olvido, para diversos casos, al derecho de asistencia,
indemnización y ayuda.
10.
Finalmente resulta un despropósito que se pretenda aplicar
una ley sin dotaciones, sin suficiente personal especializado
y sin garantías de cumplimiento del fin reinsertador que
la motiva.
Estas razones y otras más debieran de haber sido tenidas
en cuenta por el legislador, pero nadie consultó a los
afectados y a sus asociaciones, simplemente fueron olvidadas y
esta Ley, cuyas buenas intenciones fueron aplaudidas unánimamente
por la clase política, tiene dolorosas consecuencias por
dejar a las víctimas indefensas, victimizar a toda la sociedad,
contrariar el propio interés del menor y quebrar la seguridad
y la razón moral de la ciudadanía.
Ahora
toca ¡REFORMARLA!
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