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Neonazis avanzan en Rusia. Cada vez más asesinatos de extranjeros.

    Moscú.- En Rusia aumenta la xenofobia y el racismo: desde que comenzó el año murieron en Moscú y otras ciudades del país más del doble de extranjeros que en el mismo periodo de 2007.

Defensores de los derechos humanos dan la voz de alarma: especialmente los jóvenes se convierten cada vez más en asesinos de ciudadanos caucásicos y asiáticos.

Pese a que la ideología racista de Adolf Hitler se cobró en Rusia millones de vidas y que allí fueron pereguidos también los judíos, hoy en día existe un debate abierto en el país sobre si las raíces judías del candidato presidencial Dmitri Medvedev, apoyado por el presidente Putin, podrían constituir un problema para el país.

El Kremlin comienza entre tanto a reconocer que hace demasiado poco contra el neofascismo.

“Desde el inicio el año se registraron 28 asesinatos con trasfondo xenófobo, el doble de los del mismo periodo de 2007 e incluso más que en todo 2005″, informó el director de la oficina de derechos humanos de Moscú, Alexander Brod.

Cada año aumenta la cifra de víctimas en torno a un 20 por ciento. Los que mueren o resultan heridos por esta causa suelen ser uzbekos, azerbaiyanos, kirguizos o tayikos, ciudadanos con un color de piel más oscura.

“Esa pobre gente llega a Rusia porque esperan una vida mejor para ellos y sus familias. Realizan trabajos de bajo nivel que no hace ningún ruso y se matan por un sueldo”, dijo Zojun Zaykov, presidente de la asociación de azerbaiyanos en el país. También estudiantes de India, Vietnam y Estados africanos temen por su vida en Rusia.

“La violencia xenófoba crece enormemente en cantidad y brutalidad y las agrupaciones de ultraderecha son cada vez más agresivas”, opina la vicedirectora del centro de derechos humanos Zova, Galina Koshevnikova.

Esos grupos están cada vez mejor organizados gracias a Internet y planean cada vez más acciones masivas y ataques conjuntos. Sólo en la región moscovita, según datos del Ministerio del Interior, una docena de bandas hace cundir el miedo y el terror en los trenes de los alrededores.

En páginas de Internet llaman a intolerancia y violencia con símbolos nazis y ensalzan la raza eslava. En todo el país se calcula que hay unos 60.000 skinheads de extrema derecha, pero apenas hay acciones públicas contra la xenofobia o protestas desde las antiguas repúblicas soviéticas cuyos ciudadanos son asesinados en Rusia, o desde organizacioens judías.

“Lo que a Rusia le falta es una política nacional para las minorías y los inmigrantes”, explica Brod. Comentarios xenófobos como los del vicepresidente del parlamento Vladimir Zhirinovski, populista de derecha, pertenecen desde hace tiempo a la cotidianeidad política y siguen sin réplica.

El nacionalista de San Petersburgo Nikolai Bondarik advirtió recientemente, y sin ser respondido, en la portada del “Moscov Times” contra el “judío Medvedev”. En el caso de su probable victoria el 2 de marzo, Medvedev saqueará los recursos energéticos y de otro tipo, abjurará de los aliados árabes y se confiará a los judíos, dijo.

La administración del Kremlin no contestó este comentario sobre Medvedev, bautizado en la iglesia ortodoxa rusa. Defensores de los derechos humanos culpan al Estado y la Iglesia ortodoxa rusa de la xenofobia aceptada en la sociedad. Bajo la presión del “extremismo religioso”, las autoridades de todo el país evitan la construcción de mezquitas, pese a que uno de cada siete rusos es musulmán.

El gobierno limitó la llegada de extranjeros y la cifra de trabajos para extranjeros. Ya se hizo mucho para que los ciudadanos no se sientan cohibidos o explotados por los inmigrantes, dijo recientemente el presidente ruso, Vladimir Putin.

Ahora, el presidente saliente quiere proceder con mayor dureza contra la creciente violencia contra los extranjeros. “Hacemos todo para que los criminales sean detenidos”, declaró Putin.

El Kremlin ha anunciado nuevas y duras leyes para combatir el extremismo, pero existen dudas sober su sentido.

“Se abusa de las leyes antiextremistas para actuar contra los críticos del gobierno incómodos”, explica Koshevnikova, que denuncia que el servicio secreto, tan eficaz en la represión de la oposición, hizo muy poco para combatir el extremismo de derecha.