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La herencia del apartheid en Sudafrica

    

Mandela consiguió la reconciliación entre las razas pero no superó la desigualdad. El salario de los blancos es cinco veces más alto que el de los negros sudafricanos. 18.07.2017


CAROLINA VALDEHÍTA. EL MUNDO.- Los 27 años encarcelado no fueron suficientes para que Nelson Mandela perdiera el rumbo de su lucha pacífica. El primer presidente negro del país de los boers vivió parte de ese tiempo entre rejas en la isla prisión de Robben Island, a siete kilómetros de tierra firme. Aquí estuvo durante 18 años junto con otros importantes presos políticos, entre ellos el recientemente fallecido Ahmed Kathrada, que posteriormente tendrían un importante rol en la nueva Sudáfrica.


Pese a su tiempo sin libertad, el líder que llevó al Congreso Nacional Africano (CNA) a la cima nunca dejó de tener una soberana templanza para sustraer las diferencias con sus verdugos de su objetivo: la igualdad de todas las razas. En 2010 la Asamblea de las Naciones Unidas reconocía su contribución a la paz y la libertad creando el día oficial de Nelson Mandela el 18 de julio, que el año que viene celebrará su primera fecha importante: el centenario de su nacimiento.


Madiba conseguía lo imposible llevando al CNA al poder en 1994, y ahora, más de dos décadas después del final del apartheid algunos critican que hizo mucho por la reconciliación entre razas, pero no acabó con la desigualdad. “El poder político cambió de manos, pero el poder económico no”, critican quienes poco a poco se atreven a desmitificar al mito. Ahora el partido de la esperanza se ha convertido en el partido de la corrupción liderado por Jacob Zuma, quien para muchos ha desvirtuado los valores que forjaron la lucha del ANC.


Salario cinco veces menor para los negros


Los últimos datos disponibles sobre población sudafricana estiman que los negros representan el 76,4% del total, los blancos entorno al 10%, los mestizos un 9% y los asiáticos el 2,5%. Pero los beneficios siguen estando en manos de la élite blanca y asiática. Solo hay que ser un poco observador para ver cómo está engranado el sistema: el sector servicios está compuesto casi en su totalidad por negros, mientras que los cargos de supervisores los ocupan asiáticos o blancos.


El Instituto Nacional de Estadística sudafricano publicaba una investigación a principios de 2017 explicando los diferentes usos y costumbres de la ciudadanía, divididos por sexos y razas. El informe ofrecía una cifra sin sorpresas: el salario de los sudafricanos negros es hasta cinco veces menor que el de los blancos. Esto se debe, por un lado, a la herencia económica que han mantenido durante todos estos años, además de las oportunidades académicas que tiene cada familia dados sus recursos. A la vista está que los empleos con mayor remuneración y con mayor requerimiento académico están ocupados por blancos, asiáticos o negros de familias prominentes.


Por eso el movimiento universitario #FeesMustFall era de vital importancia para las familias menos adineradas. Los estudiantes universitarios, en su mayoría negros, reivindican la gratuidad de los estudios superiores, ya que muchos provienen de familias humildes. Max Price, vicerrector de la Universidad de Ciudad del Cabo, describe en una columna de opinión en el medio local News24 que existe un “racismo institucional muy arraigado y normalizado” que hace que la mayor parte de la gente lo acepte como la forma natural en la que se desarrollan las cosas.


Haciendo una radiografía de la composición racial en el panorama político, de los 104 miembros más importantes del CNA, 7 son de origen asiático, 3 blancos y 92 negros. En las filas de la Alianza Democrática (AD), más de la mitad de los 89 cargos de mayor responsabilidad está ocupados por blancos, aunque su carismático líder Mmusi Maimane sea negro y tenga un discurso moderado que busca captar votos de todas las razas. En el caso de los Economic Freedom Fighters (EFF), tercera fuerza política liderada por Julius Malema, están compuestos por una amplia mayoría negra y reclaman la expropiación de las tierras controladas por los blancos.


Xenofobia entre africanos


Algo que en los últimos años se ha vuelto preocupante han sido los altos niveles de xenofobia por parte los sudafricanos negros hacia otros africanos provenientes de países como Nigeria, Somalia, Zimbabue (una de las mayores diásporas), República Democrática del Congo, o Mozambique. Importantes ataques tuvieron lugar en 2016 en los que los sudafricanos alegaron que los inmigrantes les robaban el trabajo.


Durante el mes de febrero volvieron a producirse episodios de xenofobia contra negocios de somalíes y nigerianos, lo que propició que diplomáticos nigerianos pidieran a las autoridades que se protegiera a sus ciudadanos. Los sudafricanos acusaban a nigerianos y somalíes de traer criminalidad, drogas y prostitución, mientras que los extranjeros aseguran ser más trabajadores que los sudafricanos, a quienes acusan de preferir depender de las ayudas que ofrece el estado.


El aumento del desempleo aviva la tensión hacia los extranjeros ya que los sudafricanos les acusan de estar trabajando de manera ilegal. Desde entonces, las medidas para la renovación de visados se han endurecido, lo que preocupa a muchos ciudadanos que no saben si tendrán que regresar a sus países de origen después de años colaborando a la economía en Sudáfrica. En el año fiscal de 2015 a 2016, 33.339 personas fueron deportadas al carecer de permisos.