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La llama antisemita se aviva en el este de Ucrania

    

ABC.- 23 de abril.- El teléfono de Yaguda Kellerman, responsable de la comunidad judía de Donetsk, no para de sonar. Le llaman miembros de la comunidad judía para preguntarle sobre la situación de la seguridad, pero también líderes de otras minorías como la gitana, importante en ciudades como Slaviansk, donde el fin de semana murieron tres paramilitares prorrusos y el poder esté en manos de los milicianos. Desde el estallido del alzamiento separatista en el este de Ucrania la sensación de vacío de poder crece y unos encapuchados aprovecharon para repartir panfletos de contenido antisemita a la salida de la oración del jueves.


«Como nadie los quiso coger, los pegaron en la pared y al día siguiente volvieron a hacer la misma operación sin que las fuerzas de seguridad fueran capaces de detenerles», lamenta Kellerman, que después de pasar unos días trata de calmar a los suyos diciendo que «se trata solo de una provocación, es lo que queremos pensar con la cabeza, pero el corazón nos lleva a recordar el pasado y esto recuerda al inicio de la ocupación nazi».


El panfleto que descansa en el archivo de la sinagoga pide a los judíos que se registren ante las nuevas autoridades de la autoproclamada República Popular de Donetsk y está firmado por Denis Pushilin, líder del movimiento, que poco después de conocerse la noticia negó ser el autor del comunicado y lo calificó de «falsificación» porque «la nueva república es multiétnica y no hay conflictos por motivos de nacionalidad».


La explicación no tranquiliza a los judíos que piden a la Policía que «investigue quién está detrás de esto y nos proteja, no tenemos medios para pagar seguridad privada, así que nuestra vida está en sus manos», sentencia Kellerman.


En la sinagoga prefieren pasar página, pero recuerdan la historia reciente marcada por las evacuaciones de 1939 al inicio de la guerra entre la URSS y Alemania y el posterior confinamiento en un gueto a las afueras de la ciudad que los nazis liquidaron en 1942 con una gran matanza.


Los responsables religiosos elevan a unos 15.000 el número de judíos que residen en la actualidad en una ciudad en la que la República Popular de Donetsk ha instalado su cuartel general en el edificio de la gobernación, a muy pocos minutos en coche, y que los ciudadanos conocen con el sobrenombre de ‘Casa Blanca’. Muchos miembros de la comunidad optan por emigrar a Israel, una aliá que se promueve desde la niñez con viajes gratuitos a Tierra Santa cada verano.


La gente prefiere no hacer declaraciones dentro de un templo, pero Aleksander Veseliy celebra la Pascua en su casa, que coincide estos días con la católica y ortodoxa, y quiere hablar. En la mesa no entra un plato más.


Judío ucraniano casado con Valentina, cosaca ortodoxa rusa, brinda por el fin de unas protestas que le parecen «un show, un espectáculo montado por Vladimir Putin que desde hace años trata de rusificar esta zona. Aquí vivimos mezclados y sin problemas, pero ahora tratan de tirar del nacionalismo y de la religión para crear divisiones», opina este médico.


Una diversidad surgida tras la II Guerra Mundial que convirtió a la región del Donbass en lugar de emigración para gente de toda la URSS que buscaba trabajo en las minas e industrias del sector metalúrgico.


Su vecino, Leonid Mikhaelevich, aclara que «esto no es Crimea donde tenían un apoyo mayoritario, las reivindicaciones de los manifestantes no son las de la mayoría, ha sido algo inesperado ver la ocupación de edificios. Dicen que están aquí para protegernos del fascismo, pero en Donbass no hay Sector Derecho (partido de extrema derecha presente en la plaza de la Independencia de Kiev), ni Sector Izquierdo, aquí vivíamos en paz hasta que llegaron ellos». Un sentimiento compartido a menudo en la calle.


También contra gitanos


Mientras, en Slaviansk los vecinos viven bajo el control de los paramilitares y algunos grupos minoritarios como los gitanos denuncian asaltos a viviendas, robos y palizas. La organización que les representa lamenta que «algunas familias se han tenido que ir». Otros, que se han quedado, viven con el miedo que lo que ha pasado puede ser el inicio de las acciones más amplias contra la gente de diferentes nacionalidades en la región y en todo el país” y por ello ha decidido pedir protección a las autoridades ucranianas y apoyo a las distintas agencias de la ONU.