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UNIDAD DEMOCRATICA CONTRA EL RACISMO Y LA INTOLERANCIA

    

Actualmente vivimos en Europa  el desarrollo veloz desde el albor de la crisis económica, social e institucional de la democracia, un inquietante, fuerte y peligroso crecimiento  de organizaciones de ultraderecha desde una doble realidad, de una parte, en su expresión más formal, opciones políticas representadas por partidos populistas, xenófobos, antieuropeístas, identitarios neofascistas que incluso utilizan nominativos de tradiciones democráticas, y de otra, opciones más extremas que proyectan un racismo alimentado por grupos ideológicos y políticos relacionados con una constelación de organizaciones neonazis que actúan con extraordinaria violencia. Una propagación que tiene en la red de internet y en los fondos ultras de los campos de fútbol unos espacios privilegiados de impunidad que permite su desarrollo sin freno.

En verdad que este problema no es de ahora; ya desde la década de los noventa, en paralelo a los grandes aconteci¬mientos y transformaciones europeas y mundiales, se produjeron graves sucesos, incendios, asesinatos, crecimiento político y social de nuevos fascismos... que tienen por motivo negar el hecho migratorio, la diversidad étnica, religiosa, cultural, de orientación sexual, social o nacional, siendo constatable el avance en líneas generales de los prejuicios que alimentan la intolerancia y el racismo, así como las numerosas organizaciones y espacios donde se niega dignidad y derechos de las personas por motivo de intolerancia a la diversidad humana (webs xenófobas, conciertos racistas, grupos ultras y hoolligans…).

Sin embargo hay que significar la ausencia de reacción social e institucional adecuada pese a que diversas Instituciones Europeas desde 1984, aproximada¬mente diez años después del sangriento atentado de Bolonia que marcaría el renacimiento de la violencia neofascista, llamaran la atención  por la aparición de nuevos  grupos de extre¬ma derecha de acción política, el aumento del racismo y otras manifesta¬ciones de intolerancia como el populismo xenófobo, antisemitismo, islamofobia y el odio por motivo sexual, nacional, lingüístico o cultural. En el ámbito de la violencia terrorista se han  producido matanzas como en Noruega realizó Breivick, o las células neonazis en Alemania, sin olvidar en otros países las persecuciones y crímenes de fanáticos neofascistas contra inmigrantes, musulmanes y judíos, homosexuales, indigentes o jóvenes de izquierda, entre otros. En otros ámbitos sociales e institucionales, la consecuencia de este déficit de actuación integral frente al racismo y la intolerancia es la consolidación en las instituciones de fuerzas que niegan espacio a la dignidad de las personas y que alientan el conflicto social interétnico, interreligioso o intercultural prefigurando un horizonte incierto para la convivencia democrática y la seguridad ciudadana.

En estos momentos, el uso de la crisis por  nuevas formaciones de ultraderecha, el estímulo que les proporciona  sus resultados electorales y su presencia en instituciones locales, nacionales y europeas, junto a la incesante propaganda y difusión del discurso del odio bien sea a través de internet y las redes sociales, los fondos ultras de los campos de fútbol, los conciertos de música neonazi y la existencia de espacios de impunidad que son aprovechados por grupos con cierta clandestinidad para cometer delitos de odio, trasladan a la sociedad en general y a los colectivos vulnerables un mensaje inquietante que obliga a quienes creemos en la igual dignidad de las personas, la universalidad de los derechos humanos, en valores de solidaridad y tolerancia, así como en la convivencia democrática intercultural, a reaccionar promoviendo acciones estratégica de “UNIDAD DEMOCRATICA” en todo ámbito de nuestra sociedad.

Ante esta realidad, desde un compromiso ciudadano con los valores democráticos resulta imprescindible promover una dinámica unitaria y democrática, política y social, en torno a las posibles intervenciones existentes contra la xenofobia, el racismo, xenofobia, antisemitismo, islamofobia y otras manifestaciones asociadas de intolerancia incluidos la homofobia, la misoginia y la aporofobia, en todos aquellos ámbitos donde se produzcan, mediante la movilización social, acciones solidarias, iniciativas políticas unitarias e intervenciones jurídico-institucionales enmarcadas en la legalidad democrática, así como impulsar acciones orientadas a eliminar cualquier situación de impunidad de los delitos de odio, amparar a las víctimas, colectivos vulnerables y a la ciudadanía democrática, resultando esencial perseguir la consecución de los siguientes, Objetivos  inmediatos de unidad democrática:

1.- Impulsar la sensibilización social preventiva, movilización ciudadana y la acción política contra la xenofobia, la intolerancia y el racismo mediante campañas  y acciones de toma de conciencia de su gravedad en todos los ámbitos, promoviendo la defensa de la dignidad de las personas, la igualdad de trato y los derechos humanos.

2.- Reformar el Código Penal conforme a la Decisión Marco del Consejo europeo contra el racismo y la xenofobia y crear Fiscalías especializadas contra los delitos de odio y discriminación que permita una aplicación eficaz. Elaboración de estadísticas que recojan los incidentes e infracción al respecto.

3.- Reconocimiento de las víctimas de odio y atención integral, apoyo a las ONG que les asistan y a las asociaciones que trabajan contra el racismo, la intolerancia y la convivencia en diversidad.

4.- Erradicación de conductas racistas, xenófobas y de intolerancia en todo ámbito social, político e institucional, especialmente la intolerancia en el discurso público.

5.-Ilegalización de organizaciones neonazis y racistas, así como eliminar cualquier espacio de impunidad para los delitos de odio.