RAZONES PARA UN MOVIMIENTO CONTRA LA INTOLERANCIA

La Intolerancia es uno de los grandes desafíos que la humanidad debe hacer frente en el umbral del siglo XXI, un problema a la vez ETICO y POLÍTICO, generado por factores muy diversos, estructurales, económicos, ideológicos, culturales y sociales.

En cuanto actitud persona podríamos conceptuar la Intolerancia como todo comportamiento o manifestación que viola, denigra o invita a vulnerar la dignidad y derechos fundamentales del ser humano, una disposición mental desde donde brotan conductas o actitudes de rechazo hacia las personas, grupo sociales y culturales diferentes, dificultando las relaciones humanas.

Cuando se transforma en algo colectivo o institucionalizado, la Intolerancia socava la convivencia, los principios democráticos y supone una amenaza sobre la paz mundial. Tiene en el racismo, la xenofobia, la discriminación de grupos sociales, el antisemitismo y el extremismo religioso, el sexismo y la homofobia, en el totalitarismo, nazismo, fascismo e integrismo fundamentalista, en los ultranacionalismos agresivos..., entre otras manifestaciones, sus expresiones más crueles que van ligadas a situaciones de odio, marginación, segregación y violencia.

Fundamentada en prejuicios que no son sino generalizaciones defectuosas e inflexibles, la Intolerancia y sus manifestaciones consagran como valor superior, no a la persona con sus propias y distintas identidades, sino a la propia identidad enfrentada a las de los demás; en general suele ir vinculada a sentimientos heterófobos que excluyen, rechazan o conciben como inferior o subalterno al diferente.

Una amenaza para todos.

Hay muchas personas que sufren diaria y cotidianamente la Intolerancia. En los últimos años hemos sido testigos de guerras étnicas, atentados terroristas, asesinatos neonazis y racistas, abusos contra los derechos humanos, discriminaciones y odios... todo ello en la misma Europa de la Ilustración, Democracia y la Revolución social. El peligro de la Intolerancia no abandonó nunca al viejo continente y ahora, tras grandes transformaciones de ámbito mundial, acecha a la convivencia democrática y ataca especialmente a los sectores sociales más indefensos, minorías, inmigrantes, jóvenes, mujeres, ancianos, mendigos, excluidos sociales, marginados,... resucitando fobias discriminatorias, nacionalismos agresivos y banderas totalitarias que parecían superadas.

En consecuencia, al terrorismo de siempre se le han añadido nuevos fenómenos de violencia, brutalidad o terror muy capilarizados socialmente como los que practican jóvenes irredentos ultranacionalistas, neonazis skin, extremistas ideológicos o simplemente camorristas pandilleros urbanos, dando lugar a expresiones, que aunque sean minoritarias, indudablemente tienen capacidad para romper el clima de convivencia, sembrar el miedo y generar una gran alarma social.

Además, junto a esta realidad inquietante, hay que añadir los graves problemas de pobreza y hambre en el mundo, de deterioro medioambiental, crecimiento demográfico, narcotráfico y mafias, proliferación de armas de destrucción masiva y personal... y otras manifestaciones de orden injusto desigual y no democrático que prevalecen y alimentan la Intolerancia.

En contraste con este peligro, vivimos en una sociedad que no se prepara suficientemente para defender la libertad y los derechos fundamentales, ni para asumir responsabilidades de solidaridad; por el contrario, esta sociedad disculpa, cuando no facilita, el aprendizaje e interiorización de conductas discriminatorias, excluyentes y violentas en una vida cotidiana marcada por la competitividad agresiva, el egoísmo insolidario y la subalternidad de la diferencia.

Un nuevo sentimiento pacifista

El sentimiento expresado en nuestras calles por millones de personas, del que somos fieles notarios, no deja lugar a dudas en su condena al terrorismo y a quien usa la violencia instrumental. Es un sentimiento que rechaza a los violentos de cualquier signo pues entiende que comparten la misma matriz de odio, identidad excluyente y enfrentada y negación del respeto a la vida e integridad de la persona.

Un sentimiento que no duda en condenar a quien alimenta el crimen, bien sea gritando "ETA, mátalos" o pintando "Racismo sí, dale duro y a la cabeza", y que condena sin paliativos a los violentos porque han decidido matar en una sociedad que ha desterrado la pena de muerte en todos sus códigos.

El Movimiento contra la Intolerancia recoge y anima este sentimiento, siendo su primera posición, su toma de partido, sin ningún género de duda, por las víctimas de la discriminación y violencia, a quienes ofrece junto al respeto de la sociedad una causa, unos objetivos claros implícitos en la exigencia cívica del grito ¡¡BASTA YA!!.

Queremos acabar con los prejuicios que alimentan el odio, el fanatismo y la barbarie.

Queremos negar el espacio político, cultural o social en donde habita la Intolerancia.

Queremos vencer a la violencia, sin violencia, con el estado de derecho, con la voluntad popular expresada democráticamente, con una ciudadanía sensibilizada, movilizada y responsable con los tiempos y problemas que le ha tocado vivir.

Esta determinación nos lleva a trabajar preferentemente por la finalización de la violencia terrorista, la erradicación de la violencia urbana y la eliminación de toda manifestación de intolerancia en nuestro país, y en corresponsabilidad solidaria, por la pacificación de los conflictos bélicos internacionales y la abolición de la pena de muerte en el mundo.

Expresa a su vez, una voluntad de transformación que afirma que este no es un problema exclusivamente de los políticos, sino fundamentalmente social, donde la ciudadanía en si conjunto debe interrogarse si admite en su seno la violencia y la intolerancia o trabaja por desterrarla en todos los lugares sociales abordando las cusas que la originan y atajando las circunstancias que lo posible.

Ante el rebote de los tiranos, de los envilecidos que aspiran a laminar de la tierra a los distintos, de los criminales que afirman la muerte de quien no piensa como ellos, ante la vulneración de la dignidad humana, aquí y ahora, el Movimiento contra la Intolerancia nos convoca al debate moral, político y social, a reaccionar con valentía cívica, a construir una cultura de solidaridad y tolerancia, a levantar un hábitat que no permita resquicios a las peleas fraticidas y al fanatismo; nos invita no sólo a la condena, sino al necesario compromiso en el trabajo por la Paz, los Derechos Humanos y la profundización de la Democracia. Y mientras lo logramos, nos anima a permanecer siempre al lado de las víctimas con el recuerdo, la evocación, la memoria, sin archivar nunca la injusticia, en actitud de vigilancia y en la conciencia de que quien olvida su historia está condenado a repetirla.