|
|
|
Eran las cinco de la madrugada y Jimmy, como llamaban al menor angoleño Ndombele Augusto, tuvo la fatalidad de ir con su amigo español a Costa Polvoranca, antes de volver a casa. Su amigo se enzarzó en una discusión con su exnovia, y comenzó una gresca con los acompañantes en la que Jimmy medió para apaciguar. Incorporados a la bronca un portero y otros matones de la discoteca, el objetivo ahora era Jimmy, un negro que tuvo la osadía de intervenir por su amigo español. El asesino, le cortó la cara, le persiguió y con otros cómplices, le rodeó, le apuñaló en el abdomen y le remató a la altura del corazón. Brutal. ¿Motivo? ninguno. Para el asesino, la vida del “negro”no valía nada, puro racismo criminal.
Para mas desgracia, las conductas indignas no acabaron ahí. Según me contaron sus familiares, el joven se desangró durante media hora sin que ninguno de los presentes, muchos con móvil, tuviera el gesto de marcar el 112. Tras su muerte en el Hospital, sin conocimiento de su familia se efectuó la autopsia; nadie informó a los padres hasta las once de la mañana. Me contaron que tras recibir la noticia, el padre fumaba nervioso en la dependencia policial y mientras efectuaban declaraciones tuvo que escuchar el imperativo de un desalmado diciéndole “oye negro, no fumes aquí que ensucias la habitación”. Ya en el tanatorio, solo pudieron ver el rostro de su hijo. Esto tiene nombre y se llama racismo latente.
El crimen presenta otras dimensiones a investigar. Identificado por la policía el presunto autor del asesinato de Jimmy, un tal David “el Tocho”, apodo que refiere a su corpulencia y sus dos metros de altura, posible racista ex-cabeza rapada, y según la investigación policial miembro de un grupo de extorsionadores de locales nocturnos, relacionado con una organización de porteros-matones. Uno de los agresores del menor angoleño, colega del “Tocho”, fue encontrado muerto, (?) homicidio o suicidio. Pobre Jimmy, no pudo tener mayor desgracia.
Pero ¿qué pasa en Costa Polvoranca?. Los lugareños hablan de reyertas, pastillas, matonismo y porteros violentos. Alguien ha dicho que está gafada. Pero no, no es verdad, lo que está es descontrolada. Y con una presencia policial que brilla por su ausencia. Una buena investigación podría sacar a la luz muchas irregularidades e incluso actividades delictivas. Podrían comprobar la certeza de los rumores que circulan sobre las pastillas, si están correctamente contratados los porteros, si realizan indebidas funciones de seguridad, si existe intrusismo profesional, si hay cumplimiento de horarios de cierre, etc. Las autoridades democráticas tienen la palabra, nunca el silencio.
Ante este panorama ¿qué hacer?. Luchar por hacer justicia para Jimmy, trabajar por erradicar mafias y conductas racistas, y dirigir nuestra mirada a las instituciones recordándoles aquella sentencia de Confucio de “quien comete un error y no lo corrige, comete otro error aún mayor”.
Esteban Ibarra.
Presidente del Movimiento contra la Intolerancia.
|
|
|
|
|